martes

Una nueva realidad

Supongamos que existe el destino, que los hechos de nuestra vida, así como los encuentros que tenemos a lo largo de nuestra existencia están predeterminados.
Supongamos por ejemplo que nosotros mismos diseñamos ese destino, que lo hicimos antes de nuestra venida a esta vida.
Que nuestra alma, antes de nacer, diseñó los grandes sucesos de nuestra vida, nuestros encuentros y nuestras oportunidades.
Que nuestra alma sabía para que viviríamos, cual sería nuestra misión, que es lo que necesitaríamos aprender y que cualidades deberíamos desarrollar.
Que antes de nacer acordó con otras almas que también vendrían a la vida, como ayudarse mutuamente, en qué momento encontrarse y qué tareas debían desarrollar juntas.
Supongamos, tan solo un momento, como podría ser nuestra vida en base a estos supuestos.

Si esto fuera así, nos liberaríamos de tanto dolor y soledad a lo largo de nuestra existencia.
Como los hechos de nuestra vida no serían entonces casuales, nos preocuparíamos mucho más por vivirlos, por aprender de los mensajes que cada experiencia propusiera, de cumplir con nuestra misión y ayudar a los demás a cumplir su misión correspondiente, aunque ni idea tengamos de cual es.

Algunas cosas ya no tendrían razón de ser. Por ejemplo el miedo de equivocarnos, de provocar situaciones no queridas, en fin, no tendría razón de ser el miedo, en todas sus formas. Entonces nos atreveríamos mucho más a vivir plenamente nuestras vidas, a seguir nuestro corazón, a aprender, y a vivir desde el amor en todas nuestras acciones, amor no sólo como sentimiento sino como actitud de afirmación y crecimiento, amor como la energía fundamental y más poderosa del universo.

No solo el miedo, también la culpa dejaría de tener razón de ser. No culparíamos a otros, a la sociedad, a la crisis económica ni al mal tiempo reinante. Solo viviríamos plenamente, aprenderíamos y creceríamos interiormente cada día en cada nueva experiencia, ya que sabríamos que es siempre la mejor posible para lograr lo que vinimos a aprender y vivir profundamente en nuestra existencia.

Ya no tomaríamos nada personalmente ni juzgaríamos a nadie, porque el sentido esencial de la vida es una realidad que existe, aunque siempre esté detrás de las apariencias. Lo esencial es invisible a los ojos, decía El Principito.

Utilizaríamos mucho más el tiempo para dar, ya que sabríamos que obtendremos todo lo que necesitamos siempre y en el momento adecuado.
“Lo que va a ser, será en su momento”

Utilizaríamos mucho más tiempo en hacer silencio en nuestra mente, para aprender a oír a nuestro ser interior y a nuestro corazón.

Y lo más importante, descubriríamos la más plena y poderosa libertad que tenemos los seres humanos. La libertad de ser felices, triunfadores y audaces.
Y logramos la absoluta libertad porque aceptamos el destino, lo que sin duda es una contradicción, pero que se justifica recíprocamente.

Nuestra mente tiene todo el poder, lo que deseamos de verdad, profundamente, lo obtendremos en su momento. Porque lo que deseamos de verdad es lo que ya está pautado para nosotros y llegará en el momento justo.
Es que no deseamos de verdad otra cosa que lo que ya está previsto para nosotros, podemos pensar que deseamos otras cosas, pero pronto descubriremos nuestros verdaderos deseos y estos están alineados a nuestro destino. Solo hace falta dar lo mejor de nosotros mismos, dar lo máximo que podamos, ya que vivir intensamente es la única forma de dar profundidad y valor a nuestra existencia.

Estas son, en síntesis, mis actuales creencias. Nuestras creencias determinan nuestras actitudes. Y, al final, nosotros somos el producto de nuestras actitudes.
Entonces, de lo que se trata es de ir descubriendo en profundidad nuestras creencias y como estas son la base de nuestras actitudes y de nuestra forma de vivir la vida.


A.P.B.

Algo más sobre este tema en mi artículo Astrología Humana.
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1 comentario:

Angeles Rodriguez Mentora de emprendedores dijo...

Me gusta mucho tus blog están muy completos. te invito si lo deseas a visitar.
mariacardal.blogspot.com.
Un saludo muy cordial.