Por Baruj Spinoza (Filósofo neerlandés, de
origen sefardí portugués -24/11/1632-21/2/1677.)
Dios hubiera dicho:
" Deja ya de estar rezando y dándote golpes
en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu
vida. Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo
que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros
y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en
las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es en donde
vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo
nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu
sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado y con el que
puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por
todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras
sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer,
en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito... ¡No me
encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir
a mí como hacer mi trabajo? Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te
critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor. Deja de
pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de
pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de
incoherencias... de libre albedrío ¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que
yo puse en ti? ¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te
hice?
¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar
a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué clase
de dios loco puede hacer eso?
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de
cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte,
que sólo crean culpa en ti. Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no
quieras para tí.
Lo único que te pido es que pongas atención en
tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía. Amado mío, esta vida no es una
prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia
el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que
necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios
ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva
un registro. Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un
infierno.
No te voy a decir si hay algo después de esta
vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta
fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de
la oportunidad que te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar
si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste?...
¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?... Deja de creer en mí; creer
es suponer, adivinar, imaginar.
Yo no quiero que creas en mí, quiero que me
sientas en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando
arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra
crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me
agradezcan.
¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de
ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado,
sobrecogido?... ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como
perico lo que te han enseñado acerca de mí. Lo único seguro es que estás aquí,
que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros? ¿Para qué tantas
explicaciones? No me busques afuera, no me encontrarás.
Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario